domingo, 12 de enero de 2014

Del libro "Poemas de un esquizofrénico



CUADRAGESIMOSEGUNDO YO

Cuando el Divino Forzudo cercenó de un tajo
las siete cabezas del monstruo que habitaba
en los pantanos de Lerna,
hinqué mi tenaza en su nervudo pie
como defensa de un servidor a su dueña.

Fui aplastado por el héroe, pero Hera,
lista a castigar los amores del Supremo,
me introdujo en los cielos como Cáncer,
símbolo exacto de la Gran Madre.

Retraído como todos los cangrejos,
hinco las pinzas tan profundo
que no escapa el capturado.
De otra parte, sin embargo,
doy mi corazón a los leales,
y lecciones de valor a los traidores.

Por tales cualidades honran mi presencia
los que conocen mis odios refinados
en el campo de los vivos y los muertos,
ya en la tierra o en el amplio firmamento.

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