domingo, 28 de octubre de 2012

Del libro "León hambriento el mar"



EL HOMBRE PÁJARO

Soy el hombre pájaro,
aunque no logré el peñasco solitario
desde la isla encantada.

Desafié los tiburones mientras iba
luchando contra las corrientes.
Aceché las hurañas aves marinas
y alcancé para mí su primer huevo.

Fui uno de los antiguos moai
que despertaron sobre la roca basáltica;
estuve con ella perdido en el océano.

Llegué con los polinesios desde el sudeste asiático
al mando de una de sus piraguas dobles.
En aquella isla realizamos una escala
taladrando y puliendo nuestros dioses.

Luego seguimos a Perú,
donde nos establecimos,
y al resto de América del Sur.
Como ven, soy el hombre pájaro
que ha sobrevivido a todos los cataclismos.

Ahora vivo en Orongo, mi poblado,
y cada año, en pleno invierno,
hago la travesía
desde la isla encantada hasta el peñasco solitario.

Del libro "León hambriento el mar"



LOS SUEÑOS DEL MARINERO

Sueño con su talle perfecto y su fruto delicioso
mientras viajo embebido por remotos mares.
La noche constelada,
con sus ojos sobre el espejo del agua,
abre sus fauces tibias como una orca inmensa.

Aquí sobre las olas, marino desterrado,
con mis velas al pairo, sin ancla y sin timón,
deliro aprisionando sus labios infinitos.

Lúbrico y feroz,
mi cuerpo enrojecido por la fiebre
es un fuego inextinguible sobre el dorso
de sus islas atezadas.

Mi nave fantasma, mi deriva incierta
son una sombra apenas
de intrincado enjambre y de pasión ilímite.

Ella en la noche, lejana y desprendida
como un gorjeo simple, sonoro y juvenil.
Mi carne licenciosa pensando en sus parajes
recónditos y cálidos, con suavidad de seda,
es un mástil de cofas extraviadas
en medio del océano abisal y nocturno.

Locuras insalvables de un viejo marinero
que sabe su llegada, más tarde o más temprano,
hasta la rada oscura de flores al socaire.