miércoles, 14 de mayo de 2014

Del libro "Poemas siderales"



VENUS

Diosa contradictoria y enigmática,
simbolizas el amor y la belleza,
para tormento de dioses y de hombres,
engalanando el espacio con tu luz
casi tanto como el Sol y nuestra Luna.

Te adoramos con devoción sincera
cuando comienza la noche
o se acerca el amanecer.
Cubierta con espesos velos,
nos niegas los encantos de tu rostro
de manera desdeñosa y cruel.

Giras en dirección contraria
a tu movimiento de traslación,
y tu biosfera es la más tóxica
de los planetas internos,
quizás para evitar la violación
de tus campos virginales,
guardados pulcra y misteriosamente.

Ejerces más presión de la que existe en la Tierra,
y en tu vientre surge el fuego
de la pasión amorosa,
aunque no es el efecto invernadero
lo atenaza tu cuerpo.

Con tus cuatrocientos grados centígrados
(más que suficientes para tostar tus amantes)
dudamos que carezcas de fuerte campo magnético
mientras te sigas portando como aspiradora cósmica.

Tus grutas abrasadoras y cálidas protuberancias,
sugieren similitudes con nuestro fértil planeta,
salvando las diferencias de volumen y color.
Los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética
llegaron a tu corteza por curiosidad científica,
pero viendo lo insufrible y mitómana que eres,
tomaron precauciones contra tus mañas celestes.


Del libro "Poemas siderales"



HUMBOLDT INTERROGA

Desde antiguo los humanos descubrieron
una Tierra redonda y aislada en el espacio,
girando sometida a leyes naturales
y no al danzante capricho de los dioses.

Los griegos y otros pueblos estudiosos
vieron la regularidad de los eclipses
y midieron distancias siderales,
percibiendo en esa forma matemática
la compleja variedad del universo.

Por eso Humboldt exclamó:
“¡Montañas de Venus y la Luna!
¿Cuándo realizaremos ese viaje
propagando nuestra cultura
(es decir, nuestros prejuicios)
por distintos planetas aún vírgenes,
como los europeos han despoblado
y saqueado las Indias en su avidez atroz?”.