viernes, 18 de abril de 2014

Del libro "Poemas montaraces"



CUCACUY

Aparezco desnudo por las noches
con el fin de mover mis pantorrillas
porque tengo pacto con el Diablo,
quien me dio un afilado calabozo
y una macana portátil nada débil,
para cruzar sin pena o contratiempo
el ya tradicional Valle de Tenza.
La macana me sirve como apoyo
y el calabazo para dominar mejor
los tunantes diablillos a mis órdenes.

Me gusta rasguñar el firmamento
con mi única uña, fuerte y larga,
a la cual quise hacerle un orificio
para dar mis silbidos estridentes
cuando cruzo los cañadulzales
y viejas enramadas de trapiches,
donde entibio mi vieja anatomía
en hornos y bagaceras principales,
porque son mis lugares preferidos.

A los que intentan lanzarme miel caliente
les silbo fuerte con mi uña única
hasta que el último de los atrevidos,
aterrado y vencido por mis mañas,
fallece retorciéndose en el suelo
con el rostro espumoso y deformado.

Fui un viejo campesino de aquel valle,
decidido a conquistar tierra y riqueza;
y hoy sigo sosteniendo, como antaño,
relaciones con mi socio Satanás,
porque mi alma no a otro pertenece
en los ígneos predios donde habita
con su corte infernal y sus dehesas,
sus amantes y botines principales.

Del libro "Poemas montaraces"



VIEJA COLMILLONA

Arribo donde comen los peones
y reposan al final de la jornada,
cuando están asando plátanos
y sirviendo sus tazas de café,
porque el fogón está encendido
y permite calentar mis huesos.

Me acicalo el cabello diariamente
con mis largas y peludas manos,
entrando y saliendo sin problema
y jugando con las brasas del fogón.

Me atraganto de plátanos asados
que les robo mientras ellos hablan,
porque son mi alimento preferido
y siempre los ingiero de un jalón.

Es la hora de escuchar canciones,
cuentos y coplas asaz tradicionales
de don Sebastián de las Gracias,
Cosiaca y Pedro Rimales.

Así paso la vida en tales sitios,
tejiendo leyendas que se forman
con la Rodillona, mi comadre,
Dama Verde, Mechuda o Cabellona,
la Niña de la Carta y la Sirena del Arco.