CUCACUY
Aparezco
desnudo por las noches
con
el fin de mover mis pantorrillas
porque
tengo pacto con el Diablo,
quien
me dio un afilado calabozo
y
una macana portátil nada débil,
para
cruzar sin pena o contratiempo
el
ya tradicional Valle de Tenza.
La
macana me sirve como apoyo
y
el calabazo para dominar mejor
los
tunantes diablillos a mis órdenes.
Me
gusta rasguñar el firmamento
con
mi única uña, fuerte y larga,
a
la cual quise hacerle un orificio
para
dar mis silbidos estridentes
cuando
cruzo los cañadulzales
y
viejas enramadas de trapiches,
donde
entibio mi vieja anatomía
en
hornos y bagaceras principales,
porque
son mis lugares preferidos.
A
los que intentan lanzarme miel caliente
les
silbo fuerte con mi uña única
hasta
que el último de los atrevidos,
aterrado
y vencido por mis mañas,
fallece
retorciéndose en el suelo
con
el rostro espumoso y deformado.
Fui
un viejo campesino de aquel valle,
decidido
a conquistar tierra y riqueza;
y
hoy sigo sosteniendo, como antaño,
relaciones
con mi socio Satanás,
porque
mi alma no a otro pertenece
en
los ígneos predios donde habita
con
su corte infernal y sus dehesas,
sus
amantes y botines principales.