VIGÉSIMO
YO
Hilé
tapetes para los reyes de Lidia,
hasta
que un día me enfrenté con Atenea
cuando
tejía el atuendo de los dioses.
Me
invitó a desistir, y yo, ¡torpe mortal!,
no
quise aprovechar la oferta.
Viendo
mis dedos a más velocidad
y
acabando primero la tarea,
me
convirtió en arácnido,
obligándome
a tejer por siempre
con
hilos de mi propio cuerpo.
Hago
telas que admiran los humanos,
quienes
me dan el nombre Aracne
o
dama superior de las arañas,
algo
aceptado sin ningún reparo
en
diferentes lugares de la Tierra.