EL
FANTASMA IMPERTINENTE
En
el norte de Australia,
sobre
sus costas desiertas,
igual
que en Nueva Guinea,
soy
un fantasma terrible
de
presencia nunca vista,
y
sólo dejo la huella
de
mis labores sombrías.
Es
la muerte para mí
una
infame actividad,
bien
propia de los cobardes,
y
me fastidian por eso
los
sepulcros putrefactos
bajo
ramajes que miran
los
huesos de los difuntos
cuando
ya están descompuestos.
Practico
la impertinencia
contra
los parientes vivos,
y
trato de congraciarme
con
los hijos de las sombras,
mis
sempiternos amigos.
Me
pueden satisfacer,
razonable
y noblemente,
si
visitan los lugares
donde
duermen los cadáveres,
y
apilonan bien los huesos
para
llevarlos a casa,
permitiendo
que los muertos
disfruten
la compañía
de
los simples aldeanos
supersticiosos
y lerdos,
y
esto basta en el sentido
de
que no hay aburrimiento.