DECIMOSEGUNDO
YO
Visito
las ruinas de un palacio
construido
por la reina Circe.
El
poder hechizante de la maga,
que
emplea hombres
en
rituales y en orgías,
nada
puede contra mí,
pues
no sufro mutaciones
frente
a las fieras hambrientas,
porque
el divino mensajero
me
obsequió su narcótico sagrado
para
salir indemne de la prueba,
y
con mi daga de filo convincente
sugiero
devolver la humanidad
a
mis gruñones compañeros.
Ella
obedece como dócil sierva
porque
anhela tener en sus dominios
navegantes
que aplaquen sus antojos.
Cuando
parto para Ítaca
en
los cálidos meses del estío,
secuestra
barcos y marinos
que
recalan en la ínsula,
hasta
ver la llegada de un valiente,
que
con míticos guerreros subversivos
anula
sin piedad su hechicería.