LOS HUEVOS DE LA POESÍA
Vanidad
de vanidades
El
huevo de la poesía se está cociendo ya;
ha
caído en los hervores de la imaginación.
Antes
cristalino y lustroso,
luce
ahora una clara blanquísima y opaca
sobre
una yema de amarillo mate,
envueltas
ambas en su prisión calcárea.
Pronto
estará listo, bien cocido,
para
que pueda mejorar la dieta,
escasa
por cierto, de todos los poetas
que
buscan complemento alimenticio
en
las despensas de la imaginación.
Pero
hay poetas caprichosos
que
no querrán huevo cocido,
ni
frito ni revuelto,
porque
con su inflada vanidad
sólo
saben engullir enceguecidos
(crudos,
sin sal ni condimentos)
los huevos impotentes de
la mediocridad.