viernes, 11 de abril de 2014

Del libro "Poemas montaraces"



BRACAMONTE

Nadie me ha visto ni verá jamás,
pero todos escuchan mis bramidos
en fincas ganaderas antioqueñas,
Sucre, Bolívar y la Costa Atlántica.

Mis bufidos son tan estridentes
que cuando el ganado los escucha
se arremolina cerca de las casas
buscando humanos para protegerse.

A veces presentan convulsiones,
y los ganaderos de la Costa creen
que causo epidemias y la muerte;
por eso limpian sus haciendas
cuando advierten mis resoplos
anunciándoles males sin sosiego.

Colocan cráneos de vacas muertas
mirando de frente a donde salgo,
porque piensan de manera ingenua
que un día seré de carne y hueso,
aunque rechazo mi propia calavera.

En Venezuela me llaman Cotizao,
y allí sepultan vivo un toro
como deidad protectora de sus hatos.

Ignoran que desprecio los hechizos
porque yo, Bracamonte, soy eterno
y manejo un poder neutralizante,
así lo nieguen en el país vecino,
Sucre, Bolívar y la costa Atlántica.