NO ESTÁ LA TIERRA PARA HACER SONETOS
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La
casta virreinal que nos gobierna
comete
diariamente desatinos;
sólo
sabe mirar por la poterna
del
Norte que le marca su camino.
Es
una arpía en su labor interna,
muy
fullera y cerril con el vecino,
pero
claudica en su función externa
cuando
viaja al Imperio del cretino.
Sin
embargo la casta ya no es pura
pues
se mezcla con otros ingredientes:
chanchulleros,
tartufos y asesinos
que
llevan su poder en la montura
del
corcel donde van los emergentes
galopando
por todos los caminos.