LAS EXIGENCIAS
DE SKADI
Diosa de
Invierno en la Península
y en todos los
perímetros polares,
ejerzo mis
poderes desde Otoño,
que prolongo
hasta media Primavera.
Sólo doy tregua
con mi lanza helada
en el corto
transcurso de Verano.
Hija del gigante
cuyas alas
se quemaron en
los límites de Asgard
cuando sitiaba,
disfrazado de águila,
al sinvergüenza
y desgarbado Loki,
he venido a
reclamar compensación,
porque no fui la
asesina de mi padre.
Con mi bella
armadura plateada,
mi lanza
reluciente y afiladas flechas,
mis polainas
blancas de lustrosa piel
y mi vestuario
de caza corto y firme,
estoy dispuesta
a demandar justicia
ante los jueces
del sin par Valhalla.
Aunque las
gansadas del avieso Loki
no embriaguen mi
corazón de hielo,
concederé pequeñísimas
sonrisas
si Odín coloca los ojos de mi padre
como luceros en
el cielo nórdico.
Pido además
dormir con mi consorte
nueve de cada
doce noches,
aunque le pese
al desgreñado viento
cuando invade
regiones montañosas
o cruza silbando
entre los pinos,
al duro iceberg
de filo traicionero,
al aullido de
los lobos en la noche
y al constante
sonar de las cascadas;
como a mí el
alarido de las focas,
el chillido de
viejos cormoranes,
el murmullo
perenne de las olas
y la extensión
del majestuoso mar
con su eterno
sonido y movimiento.
Eso y más exijo
como desagravio
por la celada en
que cayó mi padre,
siendo la
perdición de muchas cosas
que un principio
percibí confiada.