NO ESTÁ LA TIERRA PARA HACER SONETOS
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No
profeso el menor nacionalismo
de
tintes chauvinistas o afrentosos,
mucho
menos algún regionalismo
que
me lleve a debates engorrosos.
Es
el mundo la patria, y da lo mismo
ser
blancuzco, amarillo, requemado;
no
me agrada tampoco el costumbrismo
que
pretende vivir de su pasado.
Ser
del Norte o del Sur, ¿qué nos importa?
La
Tierra es una y el dolor también.
Se
termina la vida y queda corta
la
muerte con su rápido vaivén.
Vivamos
el instante que comporta
sus
contrastes con áspero desdén.