miércoles, 21 de agosto de 2013

Del libro "El cofre del pirata"



I B M

Quien dice tecnología dice herramienta.
Una escalera o un chip de memoria de silicio
lo demuestran cabalmente.
Ambos facilitan tareas imposibles de otro modo.
Ella perfecciona herramientas
aunque se ocupa más de chips que de escaleras.

Su chip de un millón de bits
tiene una capacidad no conseguida
por otra línea de producción;
ha desarrollado unidades de disco y cinta
que transfieren millones de signos por segundo.
En sus grandes computadoras
el empaque de componentes electrónicos
es el más denso de la industria.

Pero no se trata sólo de eso,
también se establecen nuevos records
para seguir en vanguardia.
Esos records contienen un mensaje:
El mensaje de alguien deseoso
de hacer un producto inmejorable.

Porque cuenta con caudal humano suficiente
para el difícil arte de la tecnología,
explora ideas con resultados insólitos.
Sigue los dictados de la inspiración
sin olvidar la recompensa
que ofrece lo perfecto a cada paso.

Una compañía que comprende estos asuntos
tiene la capacidad de realizar lo necesario
en el momento oportuno,
para usted, su empresa o su país.

Por lo demás, no hay que preocuparse;
a un historial así basta agregarle un hombre
capaz de ver poesía en un anuncio publicitario,
en los modernos avances cibernéticos
o en una guerra interplanetaria.

Del libro "El cofre del pirata"



BUENA ESPERANZA

Desde aquel hechizante promontorio
que forma el pico Vasco de Gama,
veo el vaivén de persistentes olas
que juntan el Atlántico y el Índico
bajo el eterno azul.

Mares, desiertos y montañas,
playas, gargantas y llanuras
constituyen lo que Drake llamó
el más grande y majestuoso cabo
que se pueda mirar sobre la Tierra.

Las nubes se acumulan en sus flancos
como Niágaras celestes,
sin que cubran la ciudad
o el más potente faro del país;
su flora, desde hace varios siglos
atrae a los botánicos del mundo.

Cuando Bartolomé Días llegó a él
creyó descubrir la ruta de las Indias,
empresa que sólo se cumplió
dos o tres lustros después.
Sin embargo, todos ellos coincidieron
en que aquel superávit de belleza
compensaba el afán de su aventura.