EL BARCO DE LOS
GIGANTES
Un despistado
piloto
enrumbó el barco
de los gigantes
hacia los mares
del Norte,
y al no poder
maniobrar en tales aguas,
se dirigió hacia
el canal de La Mancha,
donde la
angustia fue mayor
al ver, entre
Dover y Calais,
un paso peligrosamente
estrecho.
Sólo cuando el
capitán ordenó
enjabonar los
costados de la nave
para cruzar sin
contratiempos,
los marinos se
sintieron más tranquilos
en mitad de tan
brusca contingencia.
Los taludes de
Dover rasparon tanto jabón,
que desde entonces
permanecen blancos,
y las olas, al
estrellarse contra ellos,
toman formas
nevadas y espumosas.
Cuando los
gigantes continuaron
hacia las aguas
del Báltico,
donde la
profundidad es menor,
el capitán hizo
arrojar por la borda
todo el lastre disponible;
la nao siguió a
flote y el material sirvió
para crear las
islas
de Bornholm y
Christiansoë.