lunes, 30 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOSEXTO YO

Cuando todo era amorfo y metafísico
hice la separación de Cielo y Tierra
para dar vida a las tribus australianas.

Formé el Sol, la Luna y los planetas,
y al hallarme demasiado solo
tomé un puñado del naciente barro
para imprimirle concreción humana;
le di larga y pulida cabellera
con las hojas rojizas en otoño,
y bellas como luz de la mañana.

Le enseñé a cantar y a danzar
por medio del rito y de la fiesta,
y con mi magia le mostré las cosas
que subyacen palpitantes siempre,
allí donde el mundo microscópico
se conecta con el cosmos infinito.

Al captar esta esencia le ordené
perpetuarse en aquellos que seguían
mis eternas y sabias enseñanzas,
para satisfacción personal
y seguro talismán en la tristeza,
contra el imperio de los fallecidos,
que insisten en sus negras acechanzas
como recuerdo de los tiempos idos.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOQUINTO YO

Habito una región del Congo
y ostento diferentes formas:
jefe de tribu, guerrero bien armado,
con estatura mayor a la normal.

Llegué a la Tierra de manera mágica,
cuando había plantas pero no animales;
vomité nueve criaturas distintas a los peces,
pero noté que algo faltaba y arrojé una más,
dando origen a la especie humana.

Dicté leyes para su comportamiento,
hasta que alguien se negó a cumplirlas;
la envié entonces al espacio sideral
haciéndola mujer, y sin matarla.

Lo hubiera hecho sin remordimiento
de no haber sido por su gran belleza,
que me indujo a coronarla reina
del fuego que alienta los mortales
en momentos de angustia y soledad.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOCUARTO YO

Me adoran los espíritus del aire
y aquellos que habitan en el agua.
Ave de vuelo potente y refinado,
me ufano de mis muchas cualidades
cuando bato mi soberbia envergadura
desde el albo sur hasta los hielos árticos,
con vientos incesantes cuyo aliento
sopla como un monstruoso fuelle
sobre el curvo espinazo de la Tierra.

Cruzo el cielo contra las corrientes
mil kilómetros sin batir las alas,
de manera tranquila y elegante,
a gran altura y armoniosamente.

Cuando alguien decide asesinarme
sufre el castigo de espíritus marinos,
que hacen siempre zozobrar el barco
si no atan mi cadáver al cuello del malvado,
sujeto al palo mayor y con cien cuerdas,
sin beber, sin comer y sin dormir,
hasta que haya cesado la tormenta.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOSEGUNDO YO

Soy el gallo blanco
por el cual los humanos investigan
las tristezas y dichas del futuro.

Quienes me visitan y colocan trigo
sobre las letras del abecedario,
obtienen palabras compasivas
con cada uno de mis picotazos.

Cualquier mago imaginativo
o bruja de intelecto agudo,
proporciona la información
que ha de calmar la angustia
del ansioso consultante,
no sin antes recibir su paga
en forma oportuna y razonable.

Amigo de las letras y del canto,
doy respuestas sinceras y prolijas
a quienes sueltan el hilo de sus vidas
a través de mis poderes mágicos.

Soy el gallo blanco
de roja cresta y picotazo duro,
alimentado con granos misteriosos
por aquellos ilusos que pretenden
alcanzar en su hipotético futuro
un presente de bienes temporales
burlando los designios del azar,
ignorante de befas y patrañas.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOPRIMER YO

Vivo en la Isla de las Manzanas,
situada en la mitad de un lago,
cuyas aguas maduras y tranquilas
jaspean como un telón de acero
tendido bajo el sol del mediodía.

A través de los callados bosques
los héroes muertos en combate
siguen su camino hasta la orilla
donde abordan el bote funerario,
conducido por la exótica mujer
que oculta su rostro entre crespones
y sujeta con mano rigurosa
los cabos del ancla y del timón.

Mientras avanzan por el agua inmóvil
los guerreros restañan sus heridas,
para llegar vigorosos a la isla
donde el tiempo nunca cambia
y tampoco muere el Sol.

Los árboles, doblados por sus frutos,
mitigan la sed del visitante,
y la hierba pisada por sus pies
adquiere suavidad de césped.
La paz que los vivos desconocen,
es el pan cotidiano en Avalon.

Y yo, santo patrono
de este paraíso de ultratumba,
construí bajo la fronda generosa
una rústica iglesia donde oran
y juran combatir cuando fenezcan,
los fieles el mal de sus congéneres,
venciendo a los intrusos  agresores
en los duros encuentros de la guerra.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGESIMOTERCER YO

Dios de los lagos centroamericanos,
los que me miran no viven
para contarlo después.
Propietario exclusivo de los peces,
odio anzuelos, trasmallos y atarrayas.

Con mi cola produzco las tormentas
que pueden hundir embarcaciones,
cuando no las atrapo por la borda
con el fin de ahogar los pescadores
que luchan indefensos contra mí.

Si estoy a esa hora poco hambriento
los dejo simplemente a la deriva,
esperando me aplaquen devolviendo
la pesca a lo profundo del lago,
y no intenten esconderla malamente
en la sentina del barco.

Así reino en las aguas transparentes
de la indígena América Central,
ondulantes como sábanas celestes,
tan vecinas de una tierra generosa
donde todo se confunde y se destaca
bajo la fronda de selvas y montañas,
como croquis de su esencia mágica.

martes, 24 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



VIGÉSIMO YO

Hilé tapetes para los reyes de Lidia,
hasta que un día me enfrenté con Atenea
cuando tejía el atuendo de los dioses.
Me invitó a desistir, y yo, ¡torpe mortal!,
no quise aprovechar la oferta.

Viendo mis dedos a más velocidad
y acabando primero la tarea,
me convirtió en arácnido,
obligándome a tejer por siempre
con hilos de mi propio cuerpo.

Hago telas que admiran los humanos,
quienes me dan el nombre Aracne
o dama superior de las arañas,
algo aceptado sin ningún reparo
en diferentes lugares de la Tierra.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMONOVENO YO

Habito las laderas y los páramos
de las tierras escocesas
y otros lugares del mundo
donde incursiono sin vivienda fija.

Las madres esconden a sus hijos
al sentir mi presencia vagabunda,
y los hombres más valientes y feroces
procuran no salir cuando me acerco;
por eso escaseo de alimento
y cambio de lugar todos los días.

Me suponen asquerosa y diferente
de las otras ancianas boreales
por mi ojo penetrante y único,
mi piel azulosa y poco fina
o mis grandes caninos que devoran
presas crudas, y a veces cocinadas.

Me dicen Annis la negra,
y me agrada sentarme solitaria
sobre un montón de esqueletos,
muy cerca de las cuevas.

Cuando alguien quiere atraparme
encuentra sólo los huesos
que han sobrado de mi dieta,
casi siempre de cordero
cuando escasean los niños,
que son de mi preferencia.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOCTAVO YO

Hijo de Zeus con mujer mortal,
soy la esencia del vino y las celebraciones.
Mi padre me protegió desde la cuna
entregándome a las ninfas
que habitaban en el monte Nisa.

Ellas me inculcaron el gusto
por el canto y por la danza,
mientras el viejo Silenio me tentaba
con su vida alegre y despreocupada.

Muy joven conocí las uvas
que crecían en las mesetas del monte,
inventando la bebida que provoca euforia
y el sueño en los humanos.

Tanto me aferré al descubrimiento
que mis nodrizas me creyeron loco
y el oráculo afirmó en su juicio,
por boca de la sabia pitonisa,
que el divino placer valía la pena,
aun siendo seguido al otro día
por el fiero aluvión de la resaca.

Cabalgando en mi eterno compañero
expando la costumbre por la tierra,
pese a las feas consecuencias
que producen sus efectos,
como aquella sufrida por Icario
después de emborrachar a sus pastores.

Aunque ciertos mortales me rechazan,
persisto en mi regalo embriagador,
y a los piratas que me capturaron
atándome contra el mástil de su nave,
les convertí la mar en vino
para unirlos a mis grandes bacanales.

Vago con mi tropa de recios bebedores
que bailan, discuten y vomitan
cuando llevan mi gordura en hombros,
mientras agito mi copa y canturreo
antiquísimas tonadas de beodos.

Las leyes más estrictas no han logrado
impedir que mis guerreros
celebren sus ruidosos festivales
y provoquen, en jóvenes y viejos,
el goce desbordante de mi ofrenda,
donde sienten los raros desvaríos
que producen las grandes borracheras.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOSÉPTIMO YO

Soy el espíritu más noble
de los antiguos monarcas
que gobernaron a Inglaterra.
Mi cuna fue consentida
por la duquesa Igraine,
tras unas maquinaciones
del viejo mago Merlín.

Hombres de bastardo arrojo
asesinaron mi padre
antes de que yo naciera,
y el mago predijo un triste
futuro para mí.

Viví en guerra permanente
contra los reyes del norte,
a quienes mi progenitor
derrotó indomablemente
en la batalla de San Albans.

Larga y sangrienta es la historia
de mi vida y de mi reino,
por las traiciones arteras
de pérfidos cortesanos,
como el malvado Morded
y otros que aseguraron
poner dagas afiladas
entre mi cabeza y mis hombros.

Lancelot con sus amores
hurtó de mis brazos a Ginebra
para llevarla en los suyos
al castillo de la Guardia Alegre.

La pérdida del Santo Grial,
donde tantos caballeros
sufrieron derrotas despiadadas,
incluyendo a Galahad
cuando se fugó a los cielos,
fue otro dolor de mi alma.

Ni José de Arimatea
con sus santas intenciones
pudo evitar los fracasos,
coronados por mi muerte
en el campo de batalla.

Pese a todo, me torné leyenda
para las mentes brillantes de Inglaterra,
que tomaron en cuenta mis hazañas
como digna encarnación de su país.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOSEXTO YO

Con mi lana blanquinegra
y mis patas ágiles y largas,
doy belleza y rapidez
a mi andar por el espacio.

Soy rabadán de pastores
en las praderas celestes,
y los dioses me sacaron
a pastar por vez primera,
cuando me vieron igual
a los carneros de Arcadia.

Mi rebaño perteneció
al gran dios de la guerra,
antes de que abrazara
la carrera de las armas;
por eso vivo en los bordes
de sus haciendas astrales.

Me gustan las dificultades,
la lujuria y la creatividad,
aunque soy muy apacible
cuando no se me disputa
la posesión de mis ovejas.

Infundo estas cualidades
a los humanos que nacen
entre el 21 de marzo
y el 20 del mes siguiente,
como puede comprobarse
en secretos calendarios,
que son prueba fehaciente
bajo estos versos oscuros
que van por la eternidad.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOQUINTO YO

Soy el espíritu del rayo
y me gusta mucho el agua.
En las épocas de lluvia
me refugio entre los ríos
que discurren por Australia,
y en las tormentas de estío,
me paseo entre las nubes
con mis patas de gallina,
haciendo extrañas piruetas
mientras desciendo a la tierra
velozmente y sin fatiga.

Superé la edad del sueño
como la serpiente Arcoiris
y a los que hicieron los surcos
por donde surgen rebeldes
tibias aguas subterráneas.

Persigo nobles doncellas
hasta el borde de los cielos,
y al frustrarse mis deseos
desprendo con mi venganza
muchos astros luminosos
que descargo sobre el globo,
formando los grandes lagos
de las regiones australes.

Soy propicio con las aguas,
con las plantas y las piedras,
pero exijo sacrificios
en situaciones extremas,
cuando se abusa del suelo
ignorando las Potencias
que son bienes naturales
de la terrena existencia.

Pronostico el porvenir
a quienes bien interpretan
el papel de mis leyendas,
y desconozco los límites,
las normas y los caminos
cuando viajo por el mundo
como una serpiente astuta
que aparece sin aviso.

Di lectura a los romanos
en el libro de los cielos,
y les cambié a los helenos
el alfabeto existente
para darles la escritura.

Las deidades de los ríos,
las fuentes y las montañas,
sin descontar el mar hondo,
son mis hijas predilectas,
que tienen distintos nombres
de acuerdo con su vivienda,
siempre secreta y extraña.

Buenas con la humanidad,
juegan papel importante
en lo agrícola y ganadero,
reconociendo el futuro
de aquellos que las respetan
y viven bajo su manto,
limpio, cálido y ligero.

Seducen a los mancebos
para prolongar su especie,
ya que sólo diez mil años
viven jóvenes y bellas.

Las divinidades marinas
del gran Pacífico Sur
son mis fieles servidoras,
como las diosas-ballena
o los fieros tiburones
que deben ser invocados
cuando se viaja en canoa.

Unas se ocupan de pesca
y otras tantas tejen redes,
o enseñan a navegar
en mitad de las tormentas.

Hay dragones en la China
que defienden o persiguen
a los hombres en el mar;
en los Urales y el Báltico
hay espíritus acuáticos
que trabajan a mis órdenes.
Algunos son agradables
mientras otros son groseros.

Los habitantes lacustres
de las tierras finlandesas,
dejan sus soledades
cuando los simples mortales
penetran para bañarse.

En Hungría y otros sitios
secuestran a las personas
que les niegan homenajes
con sacrificios humanos.

Los gitanos que controlan
los sentimientos locales,
cuando se acercan al agua
hunden escarpias de hierro
en el tronco de los árboles,
muy cerca de las corrientes,
pues los clavos aprisionan
a los duendes vagabundos,
hasta que en todo el lugar
no queda ni un campamento.

Entre los bosques y ríos,
por llanuras y por mares,
domino todo el conjunto
de la tierra y de los aires,
con mis patas de gallina
y mis crestas relumbrantes,
porque soy el dios del rayo
y me gusta mucho el agua.