lunes, 18 de marzo de 2013

Del libro "Poemas de Mar-K" (Homenaje a la K)



MAR–K–25

Lo peor de las religiones vigentes
es su pretensión de ser, kada una,
la únika verdadera.
Por eso han degenerado y tienden a desaparecer
komo tantas ke las precedieron.

Para ke una religión perdure
debe basarse en lo fantástiko,
komo la magia, los sueños y la poesía.

No es konveniente para ninguna religión
llenarse de kredos, rekonvenciones, fórmulas,
dogmas, agresiones, apologías y razonamientos.

Kuando una religión se muestra
tan segura de la verdad, pierde su enkanto
y se konvierte en sekta de ínfimos kriterios,
asociada kon las peores formas de intolerancia;
se reduce a un interkambio merkantil kon Dios,
donde una parte pone los templos,
las plegarias y el dinero,
y la otra los premios y kastigos.

Si una religión, komo el arte,
no restaura en nosotros la freskura de la vida,
va kontra la naturaleza,
y lo ke va kontra la naturaleza es vil y kriminal,
no merece respeto, aprecio ni konsideración.

La ke se aferra a sus dogmas
komo un diktador a su poder,
deskonociendo los kambios de la sociedad
y despreciando los sentimientos de sus no afiliados,
perjudika nuestra esencia original;
es un monstruo sin amor, inhumano,
ke ignora su razón de ser.

Para ke una religión tenga sentido en nosotros
debe ser apoyo y no trampa,
abrir las puertas del entendimiento, no cerrarlas,
acerkarnos a la belleza y no a la oskuridad,
hacernos más auténtikos y menos chantajistas,
más amigos del universo y menos temerosos.
De lo kontrario, podremos pasarlo muy bien sin ella
volando komo gaviotas eternamente jóvenes,
sobre los mares y playas de nuestra imaginación.