POEMAS AL FUTHARK (25)
Cuando los pensamientos humanos
se hallaban en la bolsa de los dioses,
te incluyeron como símbolo de Azar
en el abecedario de lo impenetrable,
de lo que nunca se sabe y es insólito
en la existencia de cualquier mortal.
Afirman que el Karma
cambia en uno,
no importa si es feliz o desdichado,
porque nunca la entereza y la razón
reinaron en el mundo que habitamos.
Los dioses ya no alteran el destino
por antiguos y múltiples errores,
pero acatan sus leyes con esmero
en el concepto de la Runa Blanca,
donde cada individuo es una voz
que predica sin tregua en el desierto.
En ti se agrupan las temidas Nornas,
amas supremas de la ciencia nórdica,
que controlan la fortuna y la miseria
mientras deciden el mejor momento
para el trance fortuito y sin reversa,
incluyendo también a las deidades
que padecen su garra omnipotente.
Cultivas varias formas de lo eterno,
aquél que jamás comprenderemos
y al que nunca podremos escapar,
aunque largo se odie y se combata
en medio de blasfemias o plegarias
que nos impiden descansar en paz.
Algo temible es caminar contigo
hasta el origen de lo que se ignora,
donde el grito es apenas un gemido
que no cruza nuestro blando muro,
y afrontar significa simplemente
posponer lo que ya es inexorable
en aquella dimensión desconocida
que cambia nuestras pobres ilusiones
por un retazo de papel en blanco.
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EL FUTHARK
La palabra Runa
significó en un principio “rugido”,
pero con el tiempo la evolución semántica le dio la noción de “secreto susurrado al oído”. En todo
caso, las Runas son un alfabeto
mágico utilizado por las tribus germánicas de la Europa precristiana, del que
se conocen distintas variantes, cada una con diferente número de caracteres. Odín, dios supremo del panteón escandinavo,
ganó las Runas al permanecer colgado
del árbol Yggdrasil (el gran fresno
sagrado), durante nueve días con sus noches, herido de un lanzazo. En cuanto al
origen histórico de las Runas, es
todavía más confuso que su origen mítico.
Con el transcurso de los años aparecieron distintas
versiones del abecedario rúnico, añadiendo algunos caracteres, mientras otros
caían en desuso. Así, hoy tenemos tres variantes principales, de las que se
derivan versiones secundarias. A la más antigua de sus formas se le llama Futhark común o germánico, que consta de
veinticuatro signos, más otro, añadido posteriormente, denominado “Runa blanca”.
El nombre de este Futhark resulta de las seis primeras letras, de los seis primeros
nombres (Feoh, Ur, Thorn, As u Os, Rad y Ken) que se traducen por f,
u, th, a, r, y k. Fue el más
usado en el norte de Europa continental, entre los siglos V y VIII d. de C.
La segunda variante es la anglosajona, utilizada en
Gran Bretaña, entre los siglos V y XII d. de C. Constaba de veintiocho letras,
aunque llegó a tener hasta treinta y tres.
La tercera es la del Futhark nórdico o escandinavo, utilizada en Islandia y en la
península que conforman los países de Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca.
Tuvo su auge entre los siglos V y XII d. de C. Y es la que ofrece mayor número
de formas escritas.
Los demás Futhark
tienden a ser variantes criptográficas de alguno de los tres abecedarios
rúnicos principales.