MOHÁN
Muchos
piensan que soy un ser mugroso
cubierto
de pelos y abundante cabellera,
ojos
brillantes, uñas largas y afiladas
que
defienden mi figura de indio viejo.
Vivo
en los montes junto a las lagunas
entre
pozos oscuros y hondonadas,
peñascos
y riberas de los ríos.
Unos
me ven negro de cabello y piel,
estatura
mediana y porte musculoso,
dios
tutelar de riachuelos y quebradas
o
animal de comportamiento huraño,
desconfiado,
traicionero y rencoroso.
Otros
me atribuyen altura gigantesca,
barba
espesa, gran boca, piel quemada,
dientes
de oro y aspecto demoníaco.
Obsequioso,
juguetón y enamorado
persigo
a las muchachas casaderas
cuando
solas están lavando ropa,
y
viajo en balsa por el Magdalena
tocando
quena, como dice la canción.
En
Boyacá y Cundinamarca
fui
sacerdote muisca, no antropófago;
no
robo niños para chupar su sangre
ni
los aso en hogueras de hojarasca
en
nocturnos y orgiásticos banquetes.
Custodio
los tesoros que conservo
en
charcos y peñascos donde vivo;
poseo
un palacio subterráneo
donde
llevo mujeres que seduzco
después
de regalarles plata y oro,
narigueras,
brazaletes y vestidos
con
hilos de seda en las costuras
y
bordes con bonitas piedras finas.
Soy
travieso, hechicero y libertino,
y
embrujo pescadores en los ríos
cuando
juego con sus redes y carnadas;
ahogo
al que se deje, en solitario,
sobre
todo a los que violan mis dominios.
Cuando
aparezco desnudo, sin aviso,
o
cubierto con algunas hojas,
emito
un vaho llamado el achacón,
que
produce romadizos incurables.
Pesco
diariamente y grito fuerte
en
noches sin Luna y de huracanes.
Fumo
tabaco y salgo a la ciudad
como
un joven locuaz y vivaracho
que
compra de todo, menos sal;
alegre
y ya sin sol regreso a casa
sobre
las aguas del río Magdalena
que
acompaña mi mágico cantar.
Tengo
parientes en el Amazonas,
cuenca
del Orinoco y las Guayanas,
con
los nombres de Hyorokón;
amistad
con Cabracán de los Mayas
y
con Chango, dios del trueno
entre
las tribus Yorubas.
Soy
emisario de los piaches
y
sacerdotes nativos colombianos;
me
alejé poco a poco hacia las cuevas
y
lugares normalmente inhabitados,
al
llegar los españoles con su espada
destrozando
el territorio americano.