MUELONA
No
hay mujer más bella entre los mitos
que
la Muelona. Y la Muelona soy yo.
Exhibo
mis atributos
con
sonrisa insinuante y enamoradiza.
A
los hombres los atraigo con astucia,
conduciéndolos
a lugares apartados
para
luego devorarlos a mordiscos.
Aseguran
los que me conocen,
que
en noches oscuras y selváticas
sienten
el triturar de mis molares
contra
los huesos de los infelices
que
han caído en mi poder.
Juran
que tengo cabellera larga
como
parte de mi mágica hermosura,
dentadura
feroz y fulgurantes ojos,
sobre
un cuerpo de mujer alegre y laxo.
Río
a carcajadas con destemple
asaz
desvergonzada y estridente,
asustando
a sencillos pobladores
que
cruzan por caminos solitarios
y
saturan de miedo mis contornos.
Experimentan
un pavor malsano
si
me encuentran sobre árboles caídos
o
en recodos junto a los peñascos,
porque
soy atractiva y seductora
como
una diosa caída de lo alto.
Engullo
sin piedad a mis amantes
como
a vacas o caballos gordos,
y
persigo a los maridos por infieles
igual
que a tahúres y borrachos,
pero
nunca en lugares donde habitan
futuras
madres o recién nacidos.
No
faltan los ingenuos que me atacan
esgrimiendo
medallas de San Isidro,
escapularios
de la Virgen del Carmen,
imágenes
del Santo Cristo
y
otras mugrientas baratijas
adquiridas
en iglesias y conventos,
como
si fuese yo cualquier idiota
escapada
de algún claustro monjeril.
Dicen
que llegué como española
trayendo
mi negocio a estas tierras.
Leía
las cartas y la palma de la mano
en
mi propia mansión de diversiones,
donde
llegaban ilustres parroquianos
con
sus ansias de sexo reprimidas,
pero
expansivas en adivinaciones.
Siempre
viví alegre y sin reparos
hasta
el día en que la muerte
me
convirtió en La Muelona,
temida
por hombres perniciosos,
rameras
y señoras casquivanas
que
no saben vencer las tentaciones.
Invadieron
mi casa los vampiros
y
lechuzas de olores nauseabundos;
la
gente, furiosa, la incendió
con
rabia propia de mejores causas,
pero
sigo vivita y coleando
en
la mente de muchos colombianos.
Así
proseguiré por este mundo
hasta
que alguno corrija mi leyenda,
hoy
explicada con informes falsos.
Aunque
muelona, soy la más hermosa,
risueña
y decidida en esta tierra
donde
odio y matanza suplantaron
el
divino simbolismo de los mitos,
sin
que muchos protesten por la guerra.