LA OLLA DE LAS
POCIONES
El dios del mar
(entre sajones Eagor)
simbolizaba un
recipiente gigantesco,
cuando el agua
llegaba enfurecida
a romper los
peñascos de la costa.
Los marinos
vociferaban cada vez
que observaban
el mágico fenómeno:
“¡Cuidado que ahí viene Eagor!”
Era entre los pueblos
nórdicos
El Ocultador o Amparador,
por guardar en el
oscuro abismo
los secretos que
se le confiaban
y las cosas que
caían en su poder.
Dejaba en
ocasiones la vivienda
para visitar a
los esir en Asgard,
donde escuchaba
los relatos de Bragi
sobre las
aventuras de otros dioses
y bebía el
aguamiel que se guardaba
en la olla
celestial de las pociones.
Aunque hirvieran
las aguas del océano
(quizás por tal
razón), la gran vasija
era algo real
para los escandinavos.
Existen también
otras leyendas,
como aquella de
los dos sirvientes
que iban sazonando
el alimento
con la
fosforescencia marina
en la florida
estación primaveral.
Famosos además
por presentar
exóticos detalles
a los invitados,
mientras éstos gozaban
del banquete
en los manteles de
las profundidades.