ENTRE NOVIOS
Puedo
pintarte un lunar junto a la boca,
dijo el novio.
Para
ello necesito, como adelanto,
un
millón de besos antes de primavera.
Finalizaba invierno.
Has
tenido ya el millón de besos,
recordó la novia.
Sin
embargo,
continúas
incumpliendo tu promesa.
Necesito
otro millón de besos
y
dos millones de caricias,
insistió él.
Te
los daré, repitió ella.
Pero
si no cumples lo que dices,
tendrás
que devolverme lo pagado.
Está
bien, aceptó el novio...
Hoy, mientras camino
bajo los rayos de un Sol endemoniado,
veo aquella linda muchacha
con su cintura redonda y maternal,
sin su anhelado lunar junto a la boca.
Es que dos millones de besos y caricias,
más intereses de mora,
son una deuda imposible de pagar.