lunes, 29 de octubre de 2012

Del libro "León hambriento el mar"



LA RUTA DEL TIEMPO

Las costas del Gran Océano y el interior del país
están comunicados por la ruta
que serpentea indolente sobre las montañas,
entre el paisaje onírico, centelleante y vegetal.

Jalonada por meandros
de grandes y pequeños ríos
sigue su dirección hacia las costas contrarias
al otro lado del mundo.

Conoce las atersadas planicies,
oasis y espejismos que afirman
la flagrante diversidad de los sueños.

Pasó junto a ciudades desfiguradas
por la incursión de bárbaras generaciones
o perforadas por viejos arqueólogos
prostáticos y obsesos.
Tropezó con murallas antiquísimas
donde un día sonaron las trompetas invasoras.

Fue guía de guerreros
que horadaron con sus flechas
las tórridas llanuras,
brújula de conquistadores alevosos,
de humildes mujeres, cortesanas y princesas,
esperanza de reyes cuyos cetros
avergonzaron al Sol.

Las costas del Gran Océano y el interior del país
seguirán como hasta hoy
comunicados por la ruta que serpentea indolente
sobre las montañas, entre el paisaje onírico,
centelleante y vegetal,
jalonada por meandros de numerosos ríos
hacia las costas contrarias
que saborean los siglos al otro lado del mundo.