martes, 26 de agosto de 2014

Del libro "Trampantojos y otros versos"



ÁGUILA

Por tu vuelo majestuoso y alto
eres signo de valor e inteligencia
para la masonería. Para mí,
la más independiente de las aves.

Te amo y venero como Júpiter
que un día te llevó hasta el cielo
donde habitas, entre Pegaso y Ofiuco.

Como reina sin igual de los confines
trasportas en tus alas el rayo que ilumina
con su luz zigzagueante los nevados
y los valles de América Latina.

Eres símbolo solar para eruditos
y acuciosos mitólogos del mundo,
emblema de la fuerza en las culturas
que fabrican silbatos con tus huesos.

Participas de mitos ancestrales,
como aquel donde Príamo suplica
al afamado y valeroso Aquiles
que devuelva el cadáver de su hijo.
Hace para ello libación a Zeus,
a fin de que te envíe prontamente,
como agreste y divina mensajera,
hasta la oscura vastedad del Hades.

Diosa tutelar de los chamanes
y magos de Asia y Nuevo Mundo:
alquimistas y filósofos herméticos
bautizan el mercurio con tu nombre,
aunque sólo después de sublimarlo.

¿Podré negarte yo mi culto entonces,
como simple mortal, si estoy tan lejos
del amplio firmamento donde vuelas,
y bosques y cumbres donde habitas
como ejemplo de poder y libertad?...