martes, 14 de mayo de 2013

Del libro "Poemas de Mar-K" (Homenaje a la K)



MAR–K–39

Desde niño me inkietaron las maravillas naturales,
aktitud ke konservo y no pienso abandonar;
interrogaba los sekretos del kosmos
y la manera de hallarles un signifikado.

Me interesaba el fondo de la Tierra
y el espesor de la atmósfera,
la konsistencia de los rayos estelares,
la formación de rokas y montañas,
el kambio permanente de las kosas
y la armonía ke subyace
en lo profundo de todo el universo.

Me interesaba el porké de la konkista
y el sojuzgamiento, del dominio
y la utilización altanera de los bienes komunes,
de la soberbia y el dogmatismo empecinados,
de la imposibilidad para hallar el paraíso
ke habita en el centro de la vida.

Disfruto kuando florecen las plantas,
kuando maduran los frutos,
kuando se enciende las luz en las ciudades
y se apaga en las alkobas
para dar paso a las delicias del amor,
kuando trinan los pájaros
y la brisa susurra entre los árboles
lejos o cerka de las kostas donde las olas
rinden su tributo de espuma bajo el Sol.

Las kumbres nevadas
tienen el enkanto del arrobamiento;
el arko iris sobre los peñaskos,
los amaneceres en cerros y valles,
desfiladeros y poblados muestran una belleza
ke pasa inadvertida para muchos de seres.

Los ke dicen vivir en un planeta demasiado feo
son los hijos malkriados de la naturaleza.
¿Kómo ignorar la Luna en su kamino
bajo una noche limpia y estrellada?
¿O el krokis de las kordilleras en el perfil de la tarde?
Los pétalos de la orkídea,
del pensamiento y de la rosa,
¿no merecen nuestra atención kotidiana?

Las formas y kolores de los peces,
la freskura del viento entre los cedros,
la luz ke se refleja en el agua,
los pikachos agrestes de los Andes,
las estalaktitas y estalagmitas de las kavernas,
los géyseres y médanos de arena,
los kaktos kon sus dedos espinosos
defendiendo su integridad en los desiertos,
las moles de granito, las kataratas del Niágara,
los ojos, los oídos, el pensamiento del hombre,
¿no son akaso suficientes maravillas?

Sería desagradecido y presuntuoso
si las kosas nombradas
y otras imposibles de nombrar
no regocijaran mi korazón
komo kuando eskucho el eko de los manantiales.
Para ké otro paraíso si no he perdido ninguno
y me basta mirar y sentir el ke ahora tengo.

Difícil de komplacer es el hombre
ke se enfraska en konkistas sin sentido
y deskuida el goce de lo ke ya posee;
la ciencia, la téknika, las humanidades y el arte
tienen sus genios y sus kánones,
pero nada esclaviza al ke vive kon sabiduría.

Kien necesita más de un Sol y de una Luna
para sentir la tibieza de unos brazos
y la kalidez de un beso enamorado,
no le bastarán doscientos soles ni kinientas lunas
porke su korazón está muerto;
le serán insuficientes las estrellas,
los kolores, las palabras y las formas,
y nada podrá hacer Dios por semejante monstruo.

¿Ké lograrán veinte estaciones en lugar de kuatro
si nuestra sensibilidad karece de una puerta?
¿Para ké los trópikos, las tormentas y los barkos,
los aviones, los kohetes y los komputadores
si nuestro cerebro está enfermo?

No buskemos el muerto aguas arriba
sino la vida en la extensión del mar,
y la luz en el klaro firmamento.

Nada nos komplacerá si damos la espalda
a la esencia primordial de lo ke existe:
Magia, ensueño, embrujo y fantasía.
Si estas kosas no dan felicidad,
nada merece ser vivido,
ni sikiera esa imagen innombrable
y seduktora ke es la poesía.