jueves, 30 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



QUISE AMARTE UNA VEZ

Quise amarte una vez y yo temía
que al amarte de mí te separaras,
que sin pena ni gloria me dejaras
con un clásico adiós de cortesía.

Que a distintos amores te entregaras
en un gesto de infante rebeldía
y se quedara la ternura mía
cual lámpara sin luz que iluminara.

Esa vez ya pasó, la fe nacida
en tantas horas que vivimos juntos,
horas de pena y dicha compartidas,

le han dado a nuestras almas la certeza
de que estamos unidos por la vida
en un acto feliz... y en la tristeza.

lunes, 20 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Vanidad de vanidades

El huevo de la poesía se está cociendo ya;
ha caído en los hervores de la imaginación.
Antes cristalino y lustroso,
luce ahora una clara blanquísima y opaca
sobre una yema de amarillo mate,
envueltas ambas en su prisión calcárea.

Pronto estará listo, bien cocido,
para que pueda mejorar la dieta,
escasa por cierto, de todos los poetas
que buscan complemento alimenticio
en las despensas de la imaginación.

Pero hay poetas caprichosos
que no querrán huevo cocido,
ni frito ni revuelto,
porque con su inflada vanidad
sólo saben engullir enceguecidos
(crudos, sin sal ni condimentos)
los huevos impotentes de la mediocridad.

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Gustos personales

Me gusta ver la poesía como un huevo
meciéndose en las aguas salutíferas del tiempo.
Me gusta ver la poesía ovalada,
cociéndose en las calderas cósmicas,
mientras Dios ríe a carcajadas
de estos pobres mortales
que desperdician sus mejores días
escribiendo sus peores versos.

Me gusta mirar la cazuela
donde se fríen y revuelven las metáforas
que tienen forma de huevo.
Me gusta saborear la clara y la yema
de los mejores huevos poéticos.
Me gusta hacer tragar a mi enemigo
toda esa huevonada que es la poesía.

domingo, 19 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Huevo revuelto

En este mundo revuelto
donde todo gira incontroladamente,
el huevo poético no puede ser la excepción.

¿Con quién tiene huevo la poesía?
Si la poesía tiene huevo,
también tengo el mío con la poesía.

Y siendo así, podemos la poesía y yo
juntar nuestros dos huevos
en la cacerola de las circunstancias,
para revolverlos cabalísticamente
hasta encontrar el punto exacto
que busca el mundo en su feroz bulimia.

No hay que confundir, sin embargo,
los huevos revueltos de la poesía y yo
con el huevo filosofal, ni con los huevos
fantásticos de Las Mil y Una Noches,
ni con ningún otro huevo,
porque los huevos revueltos
de los que estoy hablando
se parecen más a Dios que a otra cosa.

Todo poeta debe comer sin demora
el huevo revuelto de la poesía;
de lo contrario, corre serio peligro
de morir abandonado como un náufrago,
carente de alimento y esperanza
en los mares sin costas de la fantasía.

sábado, 18 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Huevo frito

Sólo en la sartén del poema
puede freírse el huevo de la poesía,
no con aceite común,
ni siquiera con fino aceite de oliva.

El huevo de la poesía debe ser freído
con miel de rosas
cultivadas en el jardín del poeta,
regado con agua de estrellas,
porque sabido es
que entre la estrella y la rosa
hay un complot permanente
para que el huevo de la poesía
no caiga en sitios estériles
y pueda cumplir entonces
su función primordial:
nutrir a tristes y desheredados
como reza la sentencia bíblica.

Pero el huevo frito de la poesía
debe servirse caliente
(a muy pocos les gusta el huevo frío),
y el poeta tiene la obligación
de servir bien su alimento:
cálido, ya que el espíritu es fuego
de altas temperaturas
en la sartén autoclave del poema universal.

viernes, 17 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Huevo cocido

¡La poesía tiene huevo!
¿Será por tanta huevonada
que escribimos los poetas?

Si la poesía tiene huevo
debe ser un huevo bien cocido,
no tibio ni blandito,
y menos de cualquier manera.

Debe ser un huevo duro,
cocido en el caldero de la imaginación,
en las aguas hirvientes de los mares perpetuos,
sobre el horno encendido de las constelaciones,
bajo la mirada impúdica de los dioses paganos
o en la envolvente de un solitario Dios.

¿Qué mago –me pregunto–
puede cocer el huevo inasible de la poesía?
¿Entre los hervores de qué líquido
coagular su yema de amarillos ojos
y su clara transparente y pura?...

Sólo el poeta sabe semejante alquimia,
siendo el único llamado a degustar
en la mesa de los sueños tan generoso manjar.

Huevo que nunca mueres,
huevo que te cueces en cada poesía,
huevo de innumerables formas y texturas
divinas y profanas:
Quiero tus nutrientes hoy
cuando aún la vida me sonríe
como duende juguetón y tierno
entre gallinas de un mágico galpón.

Del libro "Patente de corso"



VEINTICUATRO

Viajamos hacia un nuevo oscurantismo
si es que de él escapamos una vez;
el caso es que rodamos al abismo
saltando del derecho y del revés.

Mezclando vasallaje y altivez
se conforma un odioso populismo
con hampones salidos de la hez
que aparentan perfecto mesianismo.

De nada servirá que brille el Sol
si las sombras imperan soberanas
en cerebros con mecha de farol

y ambiciones de simple barragana
que piensa más acá de su perol
y se vende por una palangana.

Del libro "Poemas misceláneos"



LA APARICIÓN DE JOSÉ

Yo andaba por el desierto
junto a la playa (y esto no fue un sueño),
cuando apareció María, cálida como un Sol,
tierna como la brisa marina,
temblorosa y lejana como una estrella.

Sus ojos brillaban con un fulgor travieso
repletos de inmensidad en el cielo plomizo
de mis pocas esperanzas y alegrías.
El mar en calma, con sus olas tranquilas
besaba los extremos de su desnudez.

¡María!, grité con la ansiedad
de un adolescente extraviado,
mientras ella, atónita y desconfiada
miraba los pasos inseguros de mi acercamiento,
como si fuese un fantasma surgido de las arenas
bajo la noche embrujada, dispuesto a despojarla
con manos gaseosas de su nocturna belleza.

Apenas había llegado junto a su forma morena
cuando escuché de su boca, nutrida de imprecaciones,
la voz ronca y vacía como violín sin cuerdas,
que sentenciaba imponente contra mis pobres oídos:
¡Anda tú, demonio de los demonios!
¡No soy ninguna María! ¡Yo soy el negro José!

Del libro "Poemas misceláneos"



CONFESIÓN DE UN VIEJO MARINO

Soy un viejo lobo de mar
a quien se le han muerto
todas las madres de sus hijas,
pero no sus mares interiores.

Soy un viejo marino
que lleva en su corazón
el rugido de las olas
y las grandes tempestades
que pugnan por invadir
las desconocidas playas
de la poesía y la locura.

Soy un viejo lobo de mar
que no da brazo a torcer
en las noches bohemias
del delirio y la imaginación,
gozadas en bares marginales,
especialmente aquellos
marcados por el desenfreno
y la danza de ritmos ancestrales.

Soy un viejo marino
que vive con la inocencia
de una tarde septembrina,
cuando las hojas caen
como trofeos amarillos
de la estación ya ida.

Soy un viejo lobo de mar
que morirá en su ley
borracho de amores y de vida,
como sólo pueden hacerlo
los eternos anarquistas
de las falacias del mundo.

jueves, 16 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



CANCIÓN DE LOS NÁUFRAGOS OLVIDADOS

Somos los náufragos olvidados
en la mitad del mar.
Qué lejos están los puertos
y qué lejos nuestros amores;
nadie se acuerda de las penas
que padecemos en la mitad del mar.

Todo es jolgorio en la tierra firme;
sólo nosotros lloramos
porque las penas son hondas
en la mitad del mar.

Lejos muy lejos se oye cantar
a los amantes de un viejo puerto;
sólo nosotros lloramos
en la mitad del mar.

No somos ya ni un recuerdo
en la inmensidad marina;
somos muertos hace siglos
en la mitad del mar.

Somos los náufragos olvidados
que el mundo entero dejó
sin una tabla salvadora
en la mitad del mar.

Mientras el universo ríe
sólo nosotros lloramos
en la mitad del mar.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Del libro "Como simples chalupas al garete"



MARÍA MARTÍNEZ DE NISSER

Le abrió a Suecia su corazón y su cuerpo
a través del ingeniero Pedro Nisser,
hombre incansable y decidido
que en Antioquia dejó como recuerdo
huellas profundas de su vida aventurera
por amor a esta valiente de ojos negros,
y maestra a los 17, cuando la conoció.

Marucha, como tantos la llamaban,
además de escribir y de soñar,
pulsaba la guitarra con destreza
y cantaba sin mayor talento.
Aprendió inglés con un anglosajón
y francés con otro no identificado.

Combatió en la Guerra de los Supremos
en el bando de quienes defendían
la Constitución y la Ley.
De pelo corto como cualquier recluta,
lucía camisa verde y pantalones rojos
más una lanza conquistada en el ejército,
con la cual desfiló sobre un caballo
por las calles del antiguo Medellín,
engalanada con atuendos militares
frente a una turba de gente enardecida
que aplaudía desde aceras y balcones.

Extraña y valerosa, esta Marucha
fue tildada de ramera por algunos
que no aceptaron su porte de amazona
mezclado con la burda soldadesca.
Sabía igual de apasionados besos
brindados a Pedro, su hombre único,
pues nunca le fue infiel mientras lo amó.

Sincera también como ninguna,
en el diario que escribió cuando el conflicto
planteó sus dudas entre el amor a Nisser
y el amor por los riesgos de la guerra,
aunque estaba segura de que él
jamás militaría entre los facciosos.

Bailando y cantando celebró
el apoyo de los conservadores caucanos,
en tanto las bayonetas enemigas
amenazaban a sus correligionarios
con exterminio en la mitad del campo.

En Itagüí, Borrero enfrentó a los rebeldes
con tan negra fortuna que perdió el combate;
postrada por la enfermedad,
cuando Pedro le informó sobre los hechos
sus males desaparecieron,
y levantándose de un salto, declaró:
Pido que tengan a bien los acompañe.

En el pronunciamiento de Sonsón
a favor de José Hilario de Márquez,
dijo que era el día más bello de su vida,
y siempre en sus oídos pervivió
ese grito que estrujó su corazón,
alerta como el ojo de las águilas.

Brillaba su fusil y el de sus compañeros
mientras esperaban la orden de marchar
en busca del contrario en cualquier parte.
Margarita y Segismundo, sus dos hijos,
jamás vieron las hazañas de la madre
porque la muerte, tempranera y pálida,
les negó tal privilegio familiar.

Terminada la Guerra de los Supremos
quedó viuda en vida por el viaje
que su esposo preparó para Australia,
quien al regreso, después de 20 años,
sólo tuvo el recurso de una lápida
en el viejo cementerio San Lorenzo,
hoy arrasado por la modernidad.

Los restos de María Martínez,
esposa y madre, guerrera y escritora,
reposan bajo el cielo de Sonsón,
mientras los de Pedro, su consorte,
duermen solos bajo el suelo de Jamaica.

martes, 14 de octubre de 2014

Del libro "Como simples chalupas al garete"



12 DE OCTUBRE

Zarparon de Palos de la Frontera
buscando rutas cortas y baratas
para llegar a la India.
Arribaron a Guanahaní
antes de continuar a otras islas
y posteriormente a tierra firme,
donde saquearon, violaron y asesinaron
sin compasión alguna
la vida que encontraron a su paso:
legendarias culturas construidas
por los verdaderos descubridores,
hace 15 o 20 mil años,
del llamado continente americano.

Nada entonces qué celebrar,
y sí mucho qué lamentar
en esta tierra desaforada y fértil,
donde guerreristas y aventureros voraces
realizan sus fechorías imperiales
ante la mirada complaciente y sátrapa
de torcidos gobernantes coloniales.

¿Cuál día de la raza? ¡Idiotas!
No hay nada qué celebrar
y sí un mundo de cosas por cambiar.