domingo, 16 de marzo de 2014

Del libro "Poemas escandinavos"



LAS DIOSAS DEL DESTINO

Fueron conocidas como Nornas
y vivían bajo el árbol Yggdrasil
en las riberas del manantial Urdar,
del que tomaban agua diariamente
para irrigar el gran fresno sagrado.
Evidenciaban los futuros males
exigiendo buen uso del presente
y dando explicaciones del pasado.

Tejían el destino con sus manos
y custodiaban las manzanas de oro
que colgaban del árbol de la vida,
la experiencia y el conocimiento,
dejando a Idun recoger los frutos
que guardaban su eterna juventud.

Alimentaban los divinos cisnes
en las orillas de la fuente Urdar.
Con las plumas recubrían su cuerpo
al iniciar largos viajes por la Tierra
junto a las costas de distintos mares,
ríos y lagos donde descansaban
ofreciendo consejo a los humanos.

Eran sus hilos tan sumamente extensos
que mientras una tejedora se encontraba
en la cima principal de una montaña,
por ejemplo en el extremo occidental,
halaba la segunda desde el lejano este
sin que la hebra tendida se rompiera.

Los colores eran fuertes y variados
según las novedades que anunciaran:
los enlutados, extendidos Norte a Sur,
auguraban fenómenos fatales;
en cambio, los tonos encendidos
traían el dinero, el amor y la salud.

Sometidas a Orlog, Señor del universo
que ignoraba el principio y el final,
Odín las consultaba como ayuda
en las riberas del sagrado manantial,
pero ellas respondían con silencio
aun sabiendo el destino de los dioses,
sobre todo en el incierto porvenir.

Del libro "Poemas escandinavos"



ORIGEN DE VALI

La única hija del rey de los ruthenes
era grosera, prepotente y fanfarrona;
por eso desestimó los pretendientes
dados por su padre, incluso a Odín,
que vestido de general la cortejó
al vencer los enemigos del monarca.

El anciano se sintió tan deprimido
por la obstinada negativa de su hija
que decidió no luchar en las batallas,
pero el Supremo Tuerto, sin temores
y siempre indoblegable en la conquista,
no dio el brazo a torcer por la derrota.

Se tornó en fabricante de aderezos
y joyas finas de distinta clase.
Ella le dio como respuesta un golpe
tan certero, desalmado y fuerte,
que el dios cayó de bruces contra el piso,
antes de regresar como guerrero
dispuesto a seducirla con su encanto.

La princesa lo empujó de nuevo
y Odín resbaló sobre la tierra,
alzándose enseguida con las Runas
que portaba escondidas en su pecho,
y conjuró a la mujer con tanta fuerza
que casi muerta la dejó en el suelo.

Cuando Rinda volvió al conocimiento
se sintió trastornada y melancólica;
Odín, como anciana, prometió curarla
si la dejaban, atada, hablar con ella,
y a solas para más seguridad.

Disfrazado así de octogenaria
convirtió a la díscola princesa
en su constante y servicial esposa,
haciendo realidad la profecía,
pues la hija del rey de los ruthenes
tuvo un hijo con él llamado Vali,
quien vengó a su hermano Balder
matando al tenebroso Hodur,
monarca ciego de la oscuridad.