A
UN POCILLO DE CAFÉ
No
cantaré al té, de legendaria estirpe,
al
tabaco y los licores que me llevan
por
los caminos de la evanescencia
como
una hoja mecida por el viento.
Sí
al tónico que aviva la inteligencia
desde
la antigua Abisinia
hasta
los campos de América,
al
que en noches invernales
da
fuego a nuestro espíritu
y
afirma la amistad,
o
nos premia en las gélidas mañanas
con
exquisito aroma y delicioso gusto.
Bebida
que va de polo a polo
animando
la fiesta y la tertulia
con
intención fraterna,
fiesta
y tertulia que disipan
los
demonios de la ira
promotores
del odio y la violencia.
Pocillo
de noble ancestro:
nutre
mis neuronas con tu sustancia excelsa
para
cantarte sin tregua y sin medida,
igual
que a diosa complaciente y cálida,
en
mi modesta labor como poeta.