viernes, 2 de mayo de 2014

Del libro "Poemas siderales"



NUTACIÓN

Estoy borracha –dice la Tierra–
por los caminos del Cielo,
cabeceo, doy tumbos, me acoquino
y me salgo de la eclíptica.
Sin embargo, no soy yo
sino ciertas estrellas envidiosas
que quieren denigrarme ante los dioses.

El polo celeste muda de lugar
y eso desconcierta mi carrera,
porque no puedo dormir
con tanto bamboleo cósmico.

Los ángulos ecuatoriales cambian
por sus hábitos excéntricos,
mientras yo aquí,
rodando como pera en el vacío,
debo asumir esta carga de cornudos
que aumenta inexorablemente.

La Luna, el Sol y los planetas,
cuando ejercen su atracción fatal
sobre mi cintura grávida,
me ponen en difícil situación
frente al espacio y el tiempo.

Por eso perpetúo mi embriaguez
contra el gusto de los impostores
y farsantes de las matemáticas
que presumen conocerlo todo,
pero ignoran que me voy a reventar.

Del libro "Poemas siderales"



MIENTRAS AGONIZO

Mientras agonizo en este puntito azul
perdido en la inmensidad,
los astros perfeccionan su carrera
por las sendas azarosas y profundas
del espacio-tiempo que construyen a su paso.

Los agujeros negros devoran nebulosas,
o éstas compactan sus gases inestables
de manera caprichosa y refulgente,
para luego dispararlos como rayos
sobre un enjambre de planetas niños,
en una orgía de núcleos danzantes
que se mueven
por el interno cascarón del átomo.

Todo marcha hacia la nada:
zodíacos, satélites, galaxias,
asteroides, planetas y constelaciones,
porque este universo expansionista,
más allá de los conceptos y delirios
que forjaron la pasión y la locura,
es apenas el ensueño de unos dioses
que sueñan y se sueñan a sí mismos
en el tálamo intangible del vacío.

Mientras agonizo
en una eternidad inexistente,
este puntito azul imperceptible
para el ojo de un Dios desconocido,
va muriendo también como una oruga
que nunca pudo desplegar sus alas
en los negros territorios de la muerte.