NUTACIÓN
Estoy
borracha –dice la Tierra–
por
los caminos del Cielo,
cabeceo,
doy tumbos, me acoquino
y
me salgo de la eclíptica.
Sin
embargo, no soy yo
sino
ciertas estrellas envidiosas
que
quieren denigrarme ante los dioses.
El
polo celeste muda de lugar
y
eso desconcierta mi carrera,
porque
no puedo dormir
con
tanto bamboleo cósmico.
Los
ángulos ecuatoriales cambian
por
sus hábitos excéntricos,
mientras
yo aquí,
rodando
como pera en el vacío,
debo
asumir esta carga de cornudos
que
aumenta inexorablemente.
La
Luna, el Sol y los planetas,
cuando
ejercen su atracción fatal
sobre
mi cintura grávida,
me
ponen en difícil situación
frente
al espacio y el tiempo.
Por
eso perpetúo mi embriaguez
contra
el gusto de los impostores
y
farsantes de las matemáticas
que
presumen conocerlo todo,
pero ignoran que me
voy a reventar.