HOMBRE CAIMÁN
Como
queso y como pan, como dice la canción,
me
gusta ser mujeriego y tomar trago de ron.
De
las aguas soy deidad en el bajo Magdalena,
y
allí donde aparecen mis emotivas canciones
represento
lo más fértil que puede dar el país.
Bailo,
lloro y me divierto en mi viaje por el río
cuando
llevo mi piragua derecho hacia Barranquilla,
donde
también soy querido como puedo demostrar,
no
sólo en este poema sino en todo mi cantar.
Tengo
en Ciénaga mis fans, y en el poblado de Plato
existe
el “Hombre Caimán”,
que
siempre sacan en andas como dios de la abundancia
cuando
hay fiestas populares donde los pongo a soñar.
Igual
que otros en Colombia, soy ignorado en los Andes,
con
sus castillos de niebla, donde desprecian los mitos
que
perviven como iconos en las tierras más calientes
de
los campos nacionales,
pues
hay gente que no sale de la fría Bogotá.