En esta orilla me
refugio y gozo
las peripecias de
un planeta extraño,
lado fértil y
hermoso que es orgullo
de un sistema
solar esplendoroso,
donde nací, y seguro
he de morir.
La otra orilla,
misteriosa y muda,
me produce
sentimientos encontrados.
Tal vez
indiferencia sea el primero,
pues no tengo
inquietudes metafísicas,
excepto en poesía
y en cultura.
Nunca he creído
que la vida siga
más allá de los campos
materiales
(muerto el sujeto
se termina todo).
¿Qué sería del
hombre y sus pesares
en una eternidad,
abandonado?...
Tranquilo estoy en
mi nativa orilla;
que la otra la
miren como quieran
los ilusos que por
ella luchan,
mientras disfruto
con placer la mía.