sábado, 18 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Huevo frito

Sólo en la sartén del poema
puede freírse el huevo de la poesía,
no con aceite común,
ni siquiera con fino aceite de oliva.

El huevo de la poesía debe ser freído
con miel de rosas
cultivadas en el jardín del poeta,
regado con agua de estrellas,
porque sabido es
que entre la estrella y la rosa
hay un complot permanente
para que el huevo de la poesía
no caiga en sitios estériles
y pueda cumplir entonces
su función primordial:
nutrir a tristes y desheredados
como reza la sentencia bíblica.

Pero el huevo frito de la poesía
debe servirse caliente
(a muy pocos les gusta el huevo frío),
y el poeta tiene la obligación
de servir bien su alimento:
cálido, ya que el espíritu es fuego
de altas temperaturas
en la sartén autoclave del poema universal.