LOS
HUEVOS DE LA POESÍA
Huevo
frito
Sólo
en la sartén del poema
puede
freírse el huevo de la poesía,
no
con aceite común,
ni
siquiera con fino aceite de oliva.
El
huevo de la poesía debe ser freído
con
miel de rosas
cultivadas
en el jardín del poeta,
regado
con agua de estrellas,
porque
sabido es
que
entre la estrella y la rosa
hay
un complot permanente
para
que el huevo de la poesía
no
caiga en sitios estériles
y
pueda cumplir entonces
su
función primordial:
nutrir
a tristes y desheredados
como
reza la sentencia bíblica.
Pero
el huevo frito de la poesía
debe
servirse caliente
(a
muy pocos les gusta el huevo frío),
y
el poeta tiene la obligación
de
servir bien su alimento:
cálido,
ya que el espíritu es fuego
de
altas temperaturas
en
la sartén autoclave del poema universal.