viernes, 27 de julio de 2012

Del libro "La calle de las complacencias"


PLINIO EL VIEJO

Acepto que alguien diga esto,
aunque no me contente en absoluto.
François Villon

No le gustaron a Plinio,
como a cualquier alcalde en desuso,
las prácticas inmorales de los palacios romanos.
Esos baños con masajes
donde fornicar era tan grato,
pululaban ampliamente
como pululan hoy las discotecas jacuzzi.

Plinio criticó en su Historia Natural
los favores de las bellas masajistas,
porque Plinio –pienso yo–
posiblemente no tuvo la que le quitaba el sueño.

Del libro "La calle de las complacencias"


PARA REFLEXIONAR

La reina de Aragón, por real decreto,
consideró la realización de seis coitos diarios
como correcta, según cuenta Montaigne
con su acostumbrado buen humor.
Mantegazza, citado por Stekel

¿Cuántos hombres te agradaría tener
en el transcurso de tu vida
si la muerte no te barre demasiado pronto?

Supongamos que comenzaste a los trece años
cuando tus pechos apenas despuntaban
bajo las copas de seda de tu sostén.

Supongamos igualmente que vivirás
el promedio de una existencia humana
y que tu salud continuará envidiable
como hasta ahora lo ha sido.

¿Te gustaría entonces uno cada mes?
¿Quizás uno cada quince días?
¿Talvez uno semanal?
¿De pronto dos en los siete días?
¿Has pensado en uno diario?
¿Podría ser el par... o hasta tres
en las veinticuatro horas?

No te alarmes por estas especulaciones
de carácter lujurioso.
Cortesanas han existido y putas proletarias
con records francamente excitantes:
Nueve o diez orgasmos diarios
hasta reunir la codiciable suma
de ciento treinta y un mil cuatrocientos o más,
con un promedio de tres amantes por día,
cuyo rendimiento – se afirma –
era de tres eyaculaciones por sesión.

Estas cifras son demasiado halagadoras
para que una mujer con sangre entre las venas
no las tome en cuenta.
Son cuarenta años de actividad horizontal
franca y constante
que dan testimonio de cariño y comprensión
para esta insatisfecha humanidad masculina.