CUATRO
ESPANTOS
1
Con
graznidos de acento desgarrado
anuncio
maleficios al que me oye.
Habito
en el Tolima, como saben
los
pescadores del río Magdalena.
Me
pusieron como nombre El Silbador
porque
imito pájaros de mal agüero,
y
me encuentro vinculado con Satán
en
el reino de las brujas y la noche.
A
través de mis ruidos imperiosos
presagio
las desgracias de Colombia
y
otras que acontecen en el mundo
como
prueba de su pérfida crueldad.
2
Primo
hermano del temible Silbador,
soy
también invisible y lanzo gritos
que
destruyen pequeñas poblaciones
en
noches sin Luna y tormentosas,
cuando
llegan irascibles las borrascas.
Horroroso
también para el arriero
que
imprudente transita los caminos,
desde
el día en que un colega mío
a
vivir empezó como alma en pena
por
cierta maldición desconocida.
Con
espantable voz apremio siempre
los
conjuntos de mulas que transitan
como
fantasmas cuadrúpedos y feos
por
las trochas más oscuras del país.
3
Me
conocen como Mano Negra,
Mano Peluda
y Mano Verde.
Asomo
mis uñas puntiagudas,
y
mis palmas velludas y groseras
por
rendijas, tablados y paredes.
No
me arredran las puertas y ventanas
mientras
vago por celdas del convento
denominado
De la Candelaria,
con
el fin de amedrentar los monjes
que
mascullan oraciones decadentes
como
eternas salmodias o plegarias.
En
Medellín prefiero el color verde,
y
aparezco en tragaluces y poternas,
donde
asusto a transeúntes temerarios
que
se atreven en la noche, sin permiso
de
mis grandes poderes espectrales.
Resbalo
por la vida (y por la muerte)
mientras
crece mi leyenda tenebrosa
entre
los pueblos fanáticos y crédulos
que
azotan esta tierra diabólica feraz.
4
Me
desplazo por aguas del Pacífico
como
Buque Fantasma a la deriva,
y
no atraco jamás en ningún puerto,
ni
siquiera en ensenadas escondidas
porque
soy escapista y misterioso,
enemigo
de la muerte y de la vida.
Me
gusta enloquecer a los curiosos
que
intentan desafiar mi obencadura,
cuando
proyecto mis luces amarillas
trastornando
incluso a los valientes,
mientras
voy diluyéndome en la noche
como
todo fantasma respetable,
que
carece de cuerpo y siente frío.