FAMILIAR Y OTRAS FIGURAS
1
Me
llevan consigo las personas
para
protegerse de las cosas malas
y
que todo les resulte bien.
Soy
un lindo muñeco pequeñín,
alegre,
saleroso y muy formal.
Me
hacen con la raíz de un palo
sólo
conocido por los hechiceros,
y
me pintan de colores negros
con
pigmentos apenas fabricados
por
brujas y magos, o por duendes.
Si
surgen problemas me convocan
con
veintiuna palabras cabalísticas
ungidas
de un poder extraordinario,
usadas
por aquellos personajes
que
conocen sus secretos ancestrales.
Rechazo
las miradas indiscretas
de
quienes me toman en brazos,
excepto
cuando llevan luz de vela,
en
el día o en plena oscuridad.
Me
trajeron de tierras africanas
en
los antiguos barcos negreros,
pero
pronto los blancos imitaron
la
mágica y brillante artesanía
que
hizo de mis manos un misterio,
siendo
hoy amuleto en sus gaznates
contra
la muerte violenta y el olvido.
2
Nos
ven como chicos saltarines,
completamente
inofensivos,
cuando
vamos por ásperos caminos
de
Antioquia y Viejo Caldas,
pidiendo
limosna a los viajeros
que
cruzan en busca de fortuna.
Somos
llamados Los Meneses,
y
quienes no dan donaciones
sufren
cosquillas sin descanso
hasta
el final de su jornada,
como
premio a su tacañería.
Es
que somos juguetones,
y
nos gusta divertirnos
a
costa de tanto sandio
que
nace sobre esta tierra
de
ladrones y asesinos.
3
Nos
dicen los Rescoldaos
por
danzar en el rescoldo
que
han dejado los arrieros
cuando
van por los caminos
con
sus mulas en Antioquia
y
en territorios vecinos.
No
dañamos a ninguno
porque
somos inocentes,
muy
divertidos y alegres
hasta
en horas de tristeza.
Protegemos
la mulada
y
hablamos con los arrieros
en
nuestro idioma sencillo,
mientras
devoran su cena
de
arepa, carne o tocino.
4
Como
Patón soy conocido
porque
mis pies son enormes,
y
deambulo por la tierra
ocultando
el cuerpo entero
de
las personas que pasan.
Mis
miembros cubren también
retazos
de Antioquia y Caldas;
y
saben bien los más duchos
que
fui hachero de renombre,
destructor
de monte y selva
en
esta Colombia oscura,
descuadernada
y violenta.
5
A
mí, llamado Mareco,
me
temen todos los niños,
pues
robo sus golosinas
cuando
son desobedientes.
Los
antioqueños sostienen
que
me vuelvo un ventarrón
para
llevarme los jóvenes
que
atacan a sus mayores.
Los
elevo como globos
entre
truenos y relámpagos,
sin
ninguna compasión.
A
mí, llamado Mareco,
me
temen todos los niños,
pues
robo sus golosinas
cuando
son desobedientes.