martes, 20 de septiembre de 2016

Del libro "Voces de mar y tierra"









ELOGIO DEL HERMAFRODITA

He dicho en diferentes ocasiones
que el estado civil ideal es la viudez
aunque el muerto sea uno,
algo incoherente frente a la biología,
pues nada tiene que ver una cosa con la otra.
Genéticamente hablando,
el estado ideal es el hermafroditismo,
porque nos hace personas integrales
en todas las circunstancias,
principalmente en lo erótico y genital
(dos excelsitudes que justifican con creces
nuestra llegada al mundo).

El hermafrodita tiene el paraíso en sus manos:
La soledad no lo atormenta
y puede desempeñarse a discreción
frente a otros, sin importar su sexo,
ejerciendo como heterosexual o gay;
pertenecer a cualquier clasificación
de la comunidad LGTBI
sin traicionarse ni contradecirse;
asistir a colegios masculinos o femeninos
según su estado anímico;
fungir como hembra y macho al mismo tiempo
sin motivar reclamos de terceros;
masturbarse o masturbar al otro
sin la presencia de alguien;
engendrar y gestar los hijos que desee
sin salirse de su anatomía ni padecer
los martirios de la convivencia;
practicar la felación y el cunnilingus
sin necesidad de compañía;
ser casto y lujurioso simultáneamente,
sin ansiedades ni complejos de culpa;
dirigirse piropos sin caer en el ridículo
como lo hacen los seres incompletos;
disfrutar todas las parafilias
propias de sus excitadas fantasías,
sin la estigmatización social;
vestir trajes de hombre o de mujer
sin que nadie se dé por enterado;
ser padre o madre cabeza de familia
según su vocación y conveniencia;
visitar al urólogo o al ginecólogo
de acuerdo con sus intereses prácticos,
sin despertar sospecha ni repudio médico;
utilizar los orinales públicos
sin pudores ni vergüenzas prejuiciadas;
escapar del servicio militar
como lo hacen los hijos de los ricos,
que no van a la guerra,
pero se valen de los pobres
para defender políticos corruptos,
banqueros ladrones,
religiosos hipócritas y militares asesinos.
Toda una gama de posibilidades
negadas a los supuestamente normales.
“Normalidad” que apenas constituye
una triste y lamentable deficiencia
en nuestra morfología corporal
y nos impide gozar a plenitud
los temporales placeres de la vida.

Lamento que la evolución
no me haya hecho hermafrodita total,
tesoro invaluable de los privilegiados,
y celebro el hermafroditismo,
como un lujo de la naturaleza,
sabia y generosa siempre,
que premia unos cuantos con esa maravilla
misteriosa y plena de visionaria lucidez.