TRIGESIMOPRIMER
YO
Me
retiraron del cargo por insuficiencia administrativa.
Entonces
decidí refugiarme en mi palacio,
localizado
en un campo de ciruelos,
donde
recibo personajes como el noble Gulliver.
Rodeado
de abundancia, comodidades y lujos,
vivo
ausente del pueblo que vegeta miserable,
embrujado
por el verbo de los neoliberales
y
retorcidos proyectistas.
Mi
situación, sin embargo, está próxima a terminar,
de
acuerdo con ciertas leyes que rigen en Balnibarbi,
pues
debo arrasar mi casa y construirla otra vez
teniendo
en cuenta la moda impuesta en el territorio
por
los famosos teóricos de la Academia Proyectista.
El
país se encuentra ahora bajo la ley de Laputa,
donde
hace poco impusieron tan absurdas teorías.
La
casta de intelectuales
promete
mejorar las obras y los métodos agrícolas,
instrumentos
y herramientas en toda clase de oficios,
con
el ingenuo propósito de cambiar la sociedad.
Estos
proyectos son tontos
y
yo, monarca en desgracia,
sufro
las consecuencias de la torpeza triunfante
que
campea en Balnibarbi,
como
si fuera la escoria peor de la humanidad.