EL EXTRAÑO
MANANTIAL DE LA MEMORIA
Soy el viejo que
vigila desde siempre
el extraño
manantial de la memoria,
cauce del
ingenio y de la sabiduría,
en cuyas aguas
lustrosas y profundas
puede verse el
destino de los hombres,
desde un negro
pasado irrepetible
hasta el fosco y
misterioso porvenir.
Fui quien
ofreció al Supremo Tuerto
el trago por el
cual se hizo más sabio
en el curso de
diez mil generaciones,
recibiendo como
pago un ojo suyo
que guardo en esa
fuente congelada.
Testigo soy de
que el sublime dios
no venció la
opresión ni la tristeza
que producen los
hechos transitorios.
Es por eso que
lleva desde entonces,
como estigma en
su aguerrido rostro,
un gesto
melancólico y desnudo
que no cesa de
sembrar tormentas
en el alma de
sus descendientes,
cuando beben las
extrañas aguas
que aún vigilo, pese
a tantos siglos
rechazado por los
magos de lo eterno.