martes, 13 de mayo de 2014

Del libro "Poemas siderales"



MERCURIO

Caliente y sin atmósfera,
con tu rostro picado de viruela,
no eres más que un pobre huérfano
junto al tirano amarillo que vigila
tus movimientos y cambios de temperatura
con su daga de rayos quemadores.

Aunque difícil de observar,
sabemos de tus muchas gracias
pese a tu tamaño no importante,
incluso inferior al de Ganimedes,
y algo más que el de la blanca Luna.

Olvidado de tus limitaciones,
permitiste que el Mariner 10
tomara numerosas fotografías
cuando orbitaba alrededor del Rey.

La NASA enviará más mensajeros
para hablarte y descubrir secretos,
si antes no decidimos destruirnos
con nuestros propios inventos,
en esta razia enloquecida y dura
que sin duda conduce a los infiernos.

Del libro "Poemas siderales"



EL SOL

Alumbras nueve o diez planetitas
con sus respectivos satélites
y unos cuantos cometas y asteroides.
Estrella normal en la Vía Láctea,
no entiendo por qué insistes
con tus claros y fuertes resplandores
si un día morirás
aplastado por las leyes naturales,
nacidas a la par que tus ancestros,
e intuyo en qué forma cubrirás
el Sistema que ahora manipulas,
sufridor también por tu agonía
y defunción galácticas.

Humilde me hinco, sin embargo,
ante esa majestad que ostentas,
y agradezco tus rayos fervorosos
dadores de todo cuanto existe
en esta redondez atormentada
por insanos y bípedos terrícolas.