NO ESTÁ LA TIERRA PARA HACER SONETOS
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Cuando
salgo escudado de la casa
en
una limosina bien blindada
con
vidrieras recién polarizadas
y
haciendo de las normas tabla rasa,
demuestro
que algo sucio me atenaza.
Si
escoltado transito la calzada
por
sabuesos que van en desbandada,
debe
ser que algo guardo en la terraza
que
me hace escurridizo y temeroso.
La
teme el que la debe y no la paga,
como
tanto emergente poderoso
que
ignora la justicia y no la daga
con
que hiere al humilde y generoso
que
su insolencia y vanidad halaga.