domingo, 4 de noviembre de 2012

Del libro "León hambriento el mar"



TITANIC - 1912

La música sonaba con su perfil alegre
llevando un toque de tragedia en cada nota.
¡Ha llegado el momento, sálvese quien pueda!,
fue la voz del capitán cuando embarcó
los ya seleccionados en botes salvavidas.

Aquel insumergible de los mares,
alabado por reyes y por todos,
escoraba de proa como un viejo
cuando se agacha a recoger su pan.

Las olas alcanzaron la cubierta
en aquella pavorosa vorágine nocturna,
y fundidos en un enjambre humano
trepaban como simios hacia popa,
los pequeños, los humildes y los grandes.

Entre grúas y jarcias y escotillas
el monstruo los halló para sus fauces
de fiera acorralada por las costas.

Después, hasta el último rumor
del orgullo más grande de Inglaterra
cesó con los segundos angustiosos,
para luego sumergirse velozmente
bajo la negra superficie del océano.

Muy triste y vergonzoso para el mundo
fue que tantos pasajeros de tercera
no pudieran salvarse como aquellos
potentados de leontina
que alcanzaron felices el Carpathia.