HABLA LA ESTATUA
Son ellos, los humanos,
quienes pasan observándome
con su tristeza plana.
En tanto, impasible en los museos,
parques y avenidas de incesante acoso,
cuando no en los cementerios
donde duermen olvidados los que un día
me gritaron adiós con sus miradas,
tejo yo la eternidad en cada instante,
indiferente a la turba callejera
que inconsciente rubrica perezosa
su fugaz trashumancia planetaria.