LORELEI Y OTRAS
DEIDADES MENORES
Lorelei embrujaba los marinos
con sus cánticos
de diosa fascinantes
en la inmensidad
inestable del océano,
igual que en
ríos y lagos de la Tierra.
Como ninfa
inmortal, corriendo el día
se refugiaba en
las honduras acuáticas,
para emerger de
noche con la Luna,
cuando sentada
en una cúspide rocosa
observaba lo
flotante en las corrientes.
El viento
conducía las notas de su canto
hasta el oído de
los rústicos remeros,
que embrujados
por tanta maravilla
se dejaban estrellar
contra las peñas
donde morían
sonrientes y felices.
Siguiendo el
ejemplo de las valkirias,
Lorelei y otras sirenas se despojaban
de sus plumas de
cisne o piel de foca;
las guardaban en
las playas con peligro
de ser halladas
por cualquier mortal,
quien podía
forzarlas por tal hecho
a quedarse en
tierra indefinidamente.
Lo mismo había
monstruos destructivos
como Nicors y otras deidades menores
que lucían sin
recato su rabillo de pez.
Los Neckars, también llamados Necks,
habitantes
vengativos y amargados
por su impúdica
vesania y su rencor.
En cambio las
Ondinas, candorosas,
igual que los Stromkarls y los Nixies
buscaban,
educados y afectuosos,
la palabra de
los dioses como abrigo
y consuelo en
sus místicas labores.