NUNCA MÁS
Siempre
fuiste una amante
complaciente
y tierna,
dispuesta
a ensayar nuevas posturas
y
a vivir singulares fantasías.
Tus
besos de ángel me llevaron
por
los caminos del cielo,
y
tus caricias, ardientes como brasas,
por
senderos infernales.
Anoche,
sin embargo,
cuando
gocé tu sexo embriagador
con
la fuerza de un tsunami enorme,
decidí
no volver a poseerte,
pues
dejaste mis riñones triturados
con
tus talones de loba enfurecida,
y
ya no puedo enderezar mi espalda.