MIENTRAS
AGONIZO
Mientras
agonizo en este puntito azul
perdido
en la inmensidad,
los
astros perfeccionan su carrera
por
las sendas azarosas y profundas
del
espacio-tiempo que construyen a su paso.
Los
agujeros negros devoran nebulosas,
o
éstas compactan sus gases inestables
de
manera caprichosa y refulgente,
para
luego dispararlos como rayos
sobre
un enjambre de planetas niños,
en
una orgía de núcleos danzantes
que
se mueven
por
el interno cascarón del átomo.
Todo
marcha hacia la nada:
zodíacos,
satélites, galaxias,
asteroides,
planetas y constelaciones,
porque
este universo expansionista,
más
allá de los conceptos y delirios
que
forjaron la pasión y la locura,
es
apenas el ensueño de unos dioses
que
sueñan y se sueñan a sí mismos
en
el tálamo intangible del vacío.
Mientras
agonizo
en
una eternidad inexistente,
este
puntito azul imperceptible
para
el ojo de un Dios desconocido,
va
muriendo también como una oruga
que
nunca pudo desplegar sus alas
en
los negros territorios de la muerte.
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