viernes, 17 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LA APARICIÓN DE JOSÉ

Yo andaba por el desierto
junto a la playa (y esto no fue un sueño),
cuando apareció María, cálida como un Sol,
tierna como la brisa marina,
temblorosa y lejana como una estrella.

Sus ojos brillaban con un fulgor travieso
repletos de inmensidad en el cielo plomizo
de mis pocas esperanzas y alegrías.
El mar en calma, con sus olas tranquilas
besaba los extremos de su desnudez.

¡María!, grité con la ansiedad
de un adolescente extraviado,
mientras ella, atónita y desconfiada
miraba los pasos inseguros de mi acercamiento,
como si fuese un fantasma surgido de las arenas
bajo la noche embrujada, dispuesto a despojarla
con manos gaseosas de su nocturna belleza.

Apenas había llegado junto a su forma morena
cuando escuché de su boca, nutrida de imprecaciones,
la voz ronca y vacía como violín sin cuerdas,
que sentenciaba imponente contra mis pobres oídos:
¡Anda tú, demonio de los demonios!
¡No soy ninguna María! ¡Yo soy el negro José!

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