martes, 15 de julio de 2014

Del libro "Por si las moscas"



ANOCHECER URBANO

La tarde, que se va como la vida,
entre nubes variopintas,
es un sombrero de carnaval
camuflado por momentos
en el negro fantasma de la noche.

Se va la tarde, y desde mi balcón
miro la ciudad como un infierno
de gente y vehículos que cruzan
raudos y ciegos junto a los semáforos,
hacia dulces tormentos más sutiles
que arden vivaces en la intimidad.

Lejos las cordilleras se asemejan
a dorsos gigantescos y yacentes,
dispuestas para un largo sueño
bajo el manto de la oscuridad,
hasta que el Sol regresa del abismo
dominante y mortal como una espada.

Llega la noche, y aplastante cae
como un planchón de plomo
sobre la tierra exangüe.
Los tubos de neón se despabilan
sobre los rostros pálidos,
que inician su labor nocturna
en los lechos de la concupiscencia.

Miro ese ritual que se repite insano
como un salterio eterno,
mientras contemplo desde mi balcón
la debacle que consume al mundo…
Retomo el libro y continúo leyendo.

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