miércoles, 23 de abril de 2014

Del libro "Poemas montaraces"



JUDÍO ERRANTE

Nadie ha caminado tanto como yo,
pues vago por el mundo sin descanso
desde que Jesús, el divino Redentor,
por la cruel exigencia que le hice,
me condenó a vivir bajo esta orden:
¡Anda tú, hasta el final de los tiempos!

Abandoné la carpintería y empecé
a encarnar los judíos de la Tierra.
No requiero comida ni bebida,
nunca enfermo y jamás he de morir,
pero mis entrañas arden como brasas
cuando intento detener la marcha.

Las versiones de mi errante vida
son imposibles declararlas todas:
una es con el Padre Luis en Tunja
cuando me confrontó con la escultura
que demuestra mi vieja identidad:

–¿Me conoces?, pregunté asombrado.
–¡Ahasverus!, exclamó la estatua.
Ese día el firmamento oscureció
como nunca lo estuvo en el pasado.

Vivo en Asia, América y Europa,
sin descontar los otros continentes,
y en todos me arrepiento con pesar
de haber irrespetado al Nazareno.

Ya nada puedo hacer, sólo esperar
hasta que dicha maldición prescriba,
los creyentes retiren su venganza
y el odio que atesoran de continuo
como secuela de mi rústica crueldad.

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