domingo, 6 de abril de 2014

Del libro "Poemas montaraces"



NIÑO POIRA

Soy dorado, alegre y juguetón,
y cuando los arrieros transitan
con sus recuas de mulas
por caminos de Colombia,
aparezco como recién nacido
llorando dolorido sin consuelo.

Al consolarme río a carcajadas
mostrando mis dientes gigantescos
y hablando con una voz tan gruesa
que causo terror a los viajeros,
aun siendo curtidos montaraces.

Cuando cruzan los jinetes por recodos
me les trepo a las ancas de sus bestias,
haciendo encabritar a los caballos
que se paran o galopan desbocados,
de acuerdo con sus fuerzas y resabios.

Hago acto de presencia en los hogares
y acompaño a las personas junto al río
mientras juego desnudo bajo el Sol,
y en las cálidas noches estrelladas
bailo alegre con los trasnochadores
bajo los rayos de la Luna llena.

Soy guapo, gracioso y bien querido
por los mitos vecinos de mi tierra,
y aunque siempre me teman los arrieros,
mis ocurrencias no son tan criminales
como dicen las lenguas embusteras.

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