viernes, 7 de marzo de 2014

Del libro "Poemas escandinavos"



HELIGOLAND

“Tierra Sagrada”, vista por escaldos
en primitivas y valientes sagas.

Los doce ancianos enrumbaron
hacia el lugar propicio
para dar fin a su función de paz.
En el mar arreció la tempestad
llevando el barco lejos de la costa
sin ninguna orientación precisa,
y los ancianos invocaron a Forseti
con la esperanza de volver a puerto.

Terminada la oración se percataron
de un extraño pasajero en el timón,
que apuntaba el navío hacia la playa
donde las olas morían sin violencia.

Llegados los trece hasta una isla,
el nuevo timonel les hizo señas
para que desembarcaran.
Los doce obedecieron en silencio
mientras el forastero proyectaba
un hacha colosal a gran distancia
que hizo brotar el manantial sagrado.

Bebieron todos de aquella fuente sacra
y se asombraron del extraño marinero
similar a sus rostros y a sus cuerpos,
en conjunto pero no en particular.

El recién llegado habló enseguida,
suave al principio y drástico después,
hasta que expuso un código de leyes
que demostraba su función pacífica.

Para celebrar la aparición del dios
declararon sagrada aquella isla
mientras lanzaban terribles maldiciones
contra todos los que osaran profanar
la santidad del sitio descubierto,
con intrigas o reyertas cotidianas.

Desde entonces el lugar fue conocido
como Tierra de Forseti (Heligoland),
y venerado en los países nórdicos.
Incluso los vikingos más feroces
dejaron de irrumpir contra sus costas
con la esperanza de evitar naufragios
y otras formas de muerte vergonzosas.

En Heligoland se hacían asambleas
donde juristas fieles a las tradiciones
bebían agua en secreto antes del fallo,
como ritual y a la memoria de Forseti.

Celebraban sus reuniones en Otoño,
Verano y Primavera solamente,
pues las tribus ejercían justicia
cuando la luz iluminaba los confines
de un mundo más feraz y equitativo,
como soñaron los supremos dioses.

No hay comentarios.: