BRAGI
Al dios de la
oratoria, la música y el canto
le gustaba seducir
al mundo con sus notas.
Nacido en una
cueva rodeada de estalactitas,
los elfos lo dotaron con un laúd de oro
antes de
lanzarlo a los mundos exteriores.
Mientras surcaba
la oscuridad subterránea
a través del
imperio de los enanos negros,
el pequeño se
irguió para entonar
las más bellas
canciones de la vida,
que a veces
levantaba hasta los cielos
o interpretaba
en el reino de los muertos.
Pero el barco
fue arrastrado luego
por una marejada
que viajaba al Sol,
sin poder
alcanzar la tierra firme,
y Bragi se fugó, volviendo al mundo
para diseminar
su música y su canto
por un sencillo
y silencioso bosque.
Ante el sonido
de sus acordes
los árboles
volvieron a reverdecer
sobre la hierba
transformada en flor.
Luego halló la
que sería su amada,
diosa a quien
los enanos permitían
llegar hasta los
bordes de la Tierra
cuando lucía su
mejor aspecto.
Fueron recibidos
por Odín en Asgard,
quien trazó las Runas en la lengua
de Bragi, declarándolo juglar
de los cantos más
lúcidos y excelsos,
favorables a los
dioses y a los héroes
que ascendían
triunfantes a Valhalla.
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